Etnia Baka

La etnia pigmea baka es una de las más desfavorecidas del África Subsahariana

Los pigmeos y pigmeas baka han nacido de la selva, hombres y mujeres que siempre han formado parte de ella. Esta etnia pigmea, hasta no hace mucho nómadas que vivían de la pesca, la caza y la recolección, se han visto obligados a abandonarla y a asentarse a los márgenes de la carretera, en tierras que les son ajenas.

La deforestación provocada por las industrias de explotación forestal y minera así como la preservación de las áreas protegidas forzó a los pigmeos mediados de siglo a la sedentarización como única alternativa de subsistencia al no poder continuar con su forma tradicional de vida. Actualmente se asientan en terrenos dominados por otras etnias mayoritarias, que aprovechan esta situación para emplearles como mano de obra barata, en condiciones que en ocasiones rozan la esclavitud.

La situación actual de esta etnia pigmea es de extrema urgencia. Viven suspendidos entre un pasado al que no es posible volver y un presente en un contexto en el que se sienten fuera de lugar.

¿Dónde viven las comunidades pigmeas baka?

Según el Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas, alrededor de 60.000 miembros se reparten entre la República Democrática del Congo, el norte de Gabón y la República Centroafricana, y 5.000 personas pertenecientes a estas comunidades se encuentran en el sur de las selvas de Camerún. Sin embargo, en este país no existe un censo oficial sobre la población pigmea ni tienen una representación en el gobierno nacional ni en los gobiernos regionales y locales.

¿Cómo es la tradición cultural pigmea?

Durante generaciones han desarrollado sus propios métodos para vivir en armonía con la selva, a la que conceden un carácter divino. No se limitan a vivir en la selva, sino que son parte de ella. Por eso la cuidan y la conservan. La jungla les proporciona todo lo necesario para vivir y no conciben conceptos como acumular o almacenar.

Se organizan en grupos pequeños, con matrimonios monógamos y familias nucleares abiertas, donde los niños y niñas son libres y se desarrollan de forma autónoma y los ancianos, por su sabiduría, son la autoridad. Los jefes de los grupos pigmeos tienen la misión de aconsejar y acompañar a su pueblo, pero cada individuo es libre de tomar sus propias decisiones. En la cultura pigmea no existe una estructura jerárquica y se profesa un gran respeto por la autonomía personal.

Su sociedad tradicional es muy igualitaria, se valora el conocimiento y la pericia, pero esto tampoco concede autoridad sobre el resto de los individuos. Hombres y mujeres tienen dividido el trabajo, pero no existe una superioridad del hombre sobre la mujer ni una dependencia de ésta.

En cada pueblo conviven entre 15 y 20 familias de cuatro miembros cada una. Viven en mongulus, chozas construidas con hojas y troncos de palmera de una sola puerta por donde entra la única fuente de luz natural, de una sola habitación donde hace la vida toda la familia

Este modo de vida es muy distinto al de sus vecinos, los pueblos bantúes, sedentarios y que dominan la sociedad y la economía en el sur de Camerún e imponen las normas de convivencia. Muchas personas de la etnia bantú no reconocen a las personas pigmeas como seres humanos, lo que las hace víctimas de todo tipo de violaciones de sus derechos.

Un pigmeo ama a su selva como ama a su propio cuerpo. Refrán Mbendjele

¿Cuál es la situación actual de los pueblos pigmeos baka?

En la actualidad continúan dedicándose a la recolección, pero la actividad de caza se ha visto reducida a animales pequeños ya que está considerada una práctica ilegal por el gobierno como medida para proteger las reservas naturales. Por ello, trabajan las tierras de las comunidades bantú, a cambio de un sueldo mínimo o un plato de comida o una dosis de alcohol. En los últimos años se ha establecido una relación de jerarquía que les relega a una situación de semiesclavitud con esta otra etnia, quienes a menudo se aprovechan de su candidez y de su desconocimiento de sus derechos.

El Gobierno de Camerún reconoce en sus leyes a estos pueblos como marginados, y aunque no les otorgue a nivel legislativo el estatus de pueblos indígenas, en la práctica si les clasifica como tales. Sin embargo, la falta de un censo oficial sobre la población pigmea imposibilita su representación en el gobierno nacional o en los gobiernos regionales. No existen medidas concretas para salvar su cultura y su hábitat, las personas pigmeas no reciben ayudas específicas ni son indemnizados por el uso de sus tierras, siendo en la mayoría de las ocasiones despreciadas y discriminadas.

Texto de Zerca e Lejos.